mamá y mamá

Son lesbianas y recurren a la inseminación artificial para poder tener un hijo. En el país y en el mundo es una tendencia que aumenta porque estudios recientes han comprobado que los chicos de padres homosexuales crecen y se desarrollan con total normalidad. Qué sienten, qué temen y cómo se preparan para hacerle frente a una sociedad heterosexual estas mujeres que se enamoran de mujeres y comparten el sueño de tener un bebé.

Pasaron más de seis meses hasta que Nicole figuró en el Registro Civil de las Personas. Hubo que armarse de valor para encarar a la empleada y explicarle en pleno diciembre que en la partida de nacimiento de esa beba que había nacido el 1 ° de mayo había que tachar el casillero que pide “Nombre del padre”. “la nena no tiene papá, tiene dos madres”, dijo una de ellas, la empleada sonrió, esbozó incredulidad y pensó que estaban locas. En ese orden. Por último, se negó a completar la planilla con dos nombres femeninos. Las mujeres del otro lado del mostrador -las llamaremos Laura y Alejandra porque ellas así lo prefieren- volvieron a casa con la batalla perdida y 15 pesos menos en la billetera, lo que vale la multa por anotar tarde a la nena que lleva sólo el apellido de Alejandra, la que la tuvo en la panza. Fue la primera bofetada de “bienvenida al mundo en el que mandan los heterosexuales” para esta pareja de lesbianas que se animó a la inseminación artificial con la ilusión del bebé propio. Hoy, en la Argentina, cada vez más lesbianas piensan en ser madres, aseguran en la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), mientras Estados Unidos asiste al “gaybyboom”, el “babyboom” entre gays que ya ha dado entre tres y seis millones de hijos de homosexuales, entre adoptados y concebidos por inseminación artificial. El primer bebé del año en Washington DC. fue una beba nacida de una pareja lesbiana y en Gran Bretaña, donde la Cámara de los Lores ya había aprobado levantar la prohibición que impedía a las parejas de un mismo sexo adoptar, se presentó hace siete meses el primer servido de donación de esperma para lesbianas por Internet (www.mannoticluded.com). “Si tardamos en anotar a Nicole fue porque esperábamos que se aprobara el proyecto de ley de unión civil que tardó un año y medio en salir”, aclara Laura. El 13 de diciembre, después de l8 horas de sesión continua, la Legislatura porteña aprobó la ley de unión civil presentada por la CHA que beneficia a las parejas que viven juntas -sean hetero u homosexuales- en la Capital Federal. Por primera vez en Latinoamérica se reconocen derechos civiles a las parejas gay, pero eso no les otorga derecho alguno a las que tengan hijos por fertilización asistida. “La aprobación de la ley de unión civil no modifica la situación jurídica de la legislación Argentina', aclara la jueza Graciela Medina, autora del proyecto de ley que se aprobó por 29 votos a favor y 10 en contra. Es decir que Laura sigue sin tener derechos sobre Nicole.

La ley extiende a esas parejas porteñas los mismos derechos laborales y de seguridad social que a los matrimonios. Podrán ser incluidos en la obra social, visitar a sus parejas en los hospitales públicos y recibir los partes médicos. Pero no permite el casamiento entre homosexuales ni habla de derechos civiles como la adopción o la sucesión, que sólo pueden modificarse por ley nacional. La comunidad homosexual, sin embargo, celebra el deseo efervescente de su plantel femenino, cada vez más proclive al pañal y al babero. “Hay cambios culturales entre nosotros y las lesbianas ven ahora a la maternidad como posible”, destaca César Cigliutti, presidente de la CHA “Existió un mito que decía que las mujeres que no querían tener hijos se hacían lesbianas pero ahora estamos ante una elección de variante sexual y a la vez de querer tener un hijo —dice Teresa De Rito, presidenta de la Asociación Homosexuales de la República Argentina-. Frente a una lesbiana que va a dar vida va a haber un stop en la estigmatización de esa mujer. Ser mamá te inmuniza de muchas formas.

Para Cecilia Ferrari, una lesbiana de 42 años que acaba de dar a luz, la mayoría de las lesbianas han querido tener un hijo pero no se lo han permitido y han hecho un duelo. No hay estadísticas pero te diría que el 30 por ciento de las mujeres de 40 ha formado una familia con hijos por presión social”, asegura Cecilia, una psicóloga de cabello muy corto y poco amiga del maquillaje.

Laura, con 43, un pasado en el que hubo amores de ambos sexos y una relación con Alejandra que ya lleva una década, asegura que tenia mucha necesidad de ser madre”. Dirá de si misma: “Soy una mujer que ama a otra mujer y tuvo una hija con esa mujer, así de simple”.

Pero no lo fue tanto. No lograba que los tratamientos de inseminación dieran su fruto y después de dos intentos en los que su pareja le donó óvulos, decidieron que probarían suerte en el útero de Alejandra, que ya había tenido tres hijas de un matrimonio anterior. Nicole recibió mucho amor desde la panza. Estuvimos embarazadas las dos -dice esta mujer delgada mientras Nicole pide una de las tantas mamaderas que devora hasta llegar a los rigurosos tres litros de leche diarios-. Dormí nueve meses al lado de esa panza. Hasta sentía que me pateaba a mí”.

Afirma que ella y su pareja son mamá y papá y que hasta los vecinos de Caballito las saludan para el Día dela Madre y el del Padre. “Nos hacemos regalos las dos fechas”, cuenta Laura, que para el Día del Padre le regaló a Alejandra cinco CD y recibió medias y herramientas para el auto. A 83 cm del suelo, Nicole no se queda quieta y les dice mamá” a cualquiera de las dos. “Nos pide picos y nos ve juntas en la cama con total naturalidad -cuenta Laura—. Lo que más me duele es que mi hija no tenga los mismos derechos que otros chicos con sus padres.” Nicole no puede heredar a Laura y no puede llevar su apellido. Laura no la puede incluir en su obra social y para poder ir a buscarla a la escuela, necesitará un permiso de Alejandra porque ella sola no tiene ningún derecho sobre la nena. “Esa es mi mayor preocupación –confiesa-. El resto, todas las heridas que pueda tener Nicole por no venir de una familia tradicional, las tiene cubiertas!

Por las dudas, la Academia Americana de Pediatría dijo en junio de 2002 que los hijos de parejas gay o lesbianas estaban tan bien adaptados social y psicológicamente como los hijos de parejas heterosexuales y que esos chicos “merecen tener la seguridad de tener dos padres reconocidos legalmente”. Sólo el 15 % de los padres gay aplica el castigo físico a sus hijos mientras que entre los heterosexuales el porcentaje sube a 60.

(estudio de la Asociación Psicológica Americana)

“Sí la mamá biológica se muere, algún pariente se hace cargo del chico o va a parar a un centro de adopción”, explica Graciela Baldi, directora de Puerta Abierta, un centro cultural lésbico-gay.

La palabra tan temida, esa “discriminación que alguna vez las marginó. es el fantasma que acecha a muchas madres lesbianas. “La falta de sostén social conduce a que estas otras familias sean discriminadas o se automarginen. Y, como ya sabemos, todo ghetto empobrece la subjetividad de sus integrantes”, señala la psicóloga Isabel Monzón, especialista en temas vinculados a la homosexualidad. Las lesbianas con ganas de tener un bebé temen “arrastra” a sus hijos a la desdicha que fue para la mayoría de ellas descubrir que el amor tenía caza de mujer. Para María Rachid, una lesbiana de 27 años, ese temor tiene que ver con una cuestión de culpa. “la homofobia internalizada hace que una sienta culpa de ser quien es y que sientas que esto puede ser perjudicial –dice la chica, que está en pareja desde hace tres años y acaba de iniciar un tratamiento de inseminación artificial-. Sí nos preocupa la situación de discriminación que va atener que afrontar nuestro bebé, pero no es una causa para dejar de tener un hijo. Más que preocupamos nos ocupa porque implica asegurarse de que los espacios en los que esté no sean discriminatorios.” María Rachid y Claudia Castro se conocieron en La Fulana, una organización lesbiana que publica el periódico mensual Queer . Claudia llevaba cuatro años de novia con un buen chico y estaba ahorrando para comprar un terreno a tres casas de la de sus padres, en La Plata, cuando conoció a una compañera de teatro y comenzó a fantasear con la idea de cómo sería darle un beso a una mujer. “En mi época hetero, era re Susanita. Me imaginaba con cinco, seis hijos varones -cuenta la morocha de melena fileteada con mechones bordó—. Desde que decidí tener un bebé con Maria, quiero que sea ella la que se insemine porque quiero que mis hijos se parezcan a ella.” las chicas muestran como trofeo el calendario en el que fi guran en rojo los días fértiles de Maria, mientras cuentan que ya tienen nombres en mente: si es nena, Abril. Si es varón, Tomás.

El 54 % de las madres lesbianas siente que sus hijos serán más tolerantes y menos prejuiciosos por tener padres homosexuales.

(estudio de la Asociación Psicológica Americana).

“Hasta ahora hemos luchado por la visibilidad, por decir ‘aquí estamos, existimos'. La maternidad es una nueva etapa -dice Ilse Fukova, feminista, lesbiana y coautora de Amor de Mujeres junto con su pareja Claudina Marek-. Otro tema es hasta qué punto uno expone a los hijos. En lo concreto hay dificultades mayores de las que esperamos pero está bien enfrentarlas”. Fukova reconoce que siempre contó con la comprensión de sus hijos concebidos dentro de un matrimonio que duró 30 años, aunque a su hija aún le cuesta pronunciar la palabra “lesbiana”. “Por lo que sabemos de la experiencia en otros países, en estas familias alternativas suele criarse una mentalidad más amplia y generosa, capaz de ver la diversidad humana como una riqueza”, cree Fukova.

Decir que una lesbiana embarazada está condenando al chico a la discriminación es una enunciación falsa, sentencia Cigliutti, de la CHA. “El chico tendrá respuestas para eso. Es como les pasa a los pobres. No se les puede decir que no tengan hijos porque esos hijos van a ser pobres –aclara-. Además las parejas gay no fabrican gay's.” María S., una integrante del Grupo de Madres Lesbianas agrega que según un relevamiento que esa organización hizo en la Capital Federal, “el 97 % de los hijos de homosexuales es heterosexual mientras que entre un 5 y un 10 por ciento de los hijos de parejas heterosexuales es homosexual”. Estudios de la Asociación Psicológica Americana señalan que el 90 % de los hijos de homosexuales se definen a sí mismos como heterosexuales.

Algunos especialistas en salud mental creen que lo que presenta el mayor daño para estos chicos no es la orientaci ón sexual de los padres sino el hecho de crecer con dos padres del mismo sexo. Las investigaciones muestran que las mujeres y los hombres ejercen su labor de padres de forma diferente y que cada uno puede aportar positivas cualidades a la crianza de un chico. En la opinión de la psicoanalista Eva Giberti, “en realidad, madre y padre son lugares psíquicos, abstractos -destaca-. Suelen ser ocupados por una mujer y un varón pero no necesariamente. Cualquiera sea quien lo ocupe, lo que importa para el hijo es la capacidad protectora”. Lidia Abraham de Cúneo, coordinadora del equipo de Adopción del Comité de Salud Mental de la Sociedad Argentina de Pediatría, asegura que las funciones materna y paterna son independientes del género y de la orientación sexual y que es un mito y un prejuicio pensar que parejas lesbianas dan a luz chicos con problemas o con inclinaciones homosexuales.

El 82 % de las madres lesbianas teme que los compañeros de sus hijos se burlen de ellos por venir de una familia homosexual.

(estudio de la Asociación Psicológica Americana).

En España, la Universidad de Sevilla y el Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid realizaron el primer estudio sobre niños criados en familias «homoparentales”, es decir con padres de un mismo sexo. Las conclusiones subrayan que la autoestima de esos chicos es medio-alta, que tienen un buen equilibrio emocional y una aceptable com­petencia académica en el colegio, que están integrados en su grupo de clase y que su vida cotidiana es estable. Según el estudio, sin embargo, el 60 % de los padres no «blanqueó” en la escuela su situación a pesar de que no la ocultan.

“Estas mamás deben ser conscientes de que cuando los chicos empiezan a ir al jardín de infantes notan la diferencia —aclara un psicólogo especializado en parejas en tratamiento de fecundación asistida que prefiere no dar su nombre—. Ahí es cuando hay que contarle que hay muchos tipos de familias y que su familia tiene a dos mujeres como madres. Como en toda historia, no hay que contar mas de lo que los chicos preguntan.»

Pedro Ferrari nació el 15 de noviembre de 2002. A su mamá Cecilia, una mujer lesbiana que nunca soñó con una posible vejez rodeada de nietos, le llevó dos años tomar la decisión de inseminarse y hoy dice que no es un problema pensar cómo le contará a Pedro que a su mamá le gustan las mujeres. “Sabía que era lesbiana desde la primaria, cuando me enamoraba de las maestras, pero me lo ocultaba a mí misma –repasa-. Pensaba que era una cosa que me pasaba sólo a mí y que si Dios me había hecho así, él me iba a componer.” Hay quienes creen que la maternidad no se lleva bien con el lesbianismo. “¿Por qué no? A mi me gusta ser mujer y lo único que puedo envidiarle a un hombre es la facilidad con la que logra estar con una mujer”, dirá Cecilia Ferrari con total sinceridad. María Rachid reforzará la idea asegurando que “nunca me desconecto con mi parte femenina. Me siento bien siendo mujer y la única diferencia con otra mujer es que mi objeto de deseo y la persona con la que quiero compartir mi vida es otra mujer”.

Cecilia, además, está convencida de que la paternidad no es del cuerpo. “Lo importante es la red de afectos que uno construya para ese bebé”, dirá ella, que aún conserva en la heladera de su departamento de San Telmo el Evatest que le dio positivo.

El viejo debate sobre si se nace o no con el instinto materno parece inclinarla balanza por el “no” entre estas mujeres. “La maternidad en la hembra humana no es natural -opina la psicóloga Monzón-. En los seres humanos aparece el deseo psíquico. No veo diferencia entre una buena madre soltera, viuda, separada, hetero y homosexual.” Con otras palabras, la Cámara de Apelaciones de San Isidro dijo lo mismo en un fallo de julio de 2002: “La homosexualidad no impide ejercer los deberes y derechos como madre”, señaló la Sala 1 frente al reclamo del padre de un chico de 12 años que intentó limitar los contactos de su hijo con la madre porque ella es lesbiana. “Ese fallo no tiene precedentes -dice Analía Mas, abogada en temas de familia y derecho de género que asesora a lesbianas de la organización La Fulana-. Pero la orientación sexual no figura como causal válida para quitar la tenencia de los hijos en ningún código ni ninguna ley. Por lo general, la denuncia también dice que llevan una mala vida y que desatienden a sus hijos y eso se convierte en una amenaza constante para las madres lesbianas.”

AL I7 % de las lesbianas con hijos les preocupa que sus chicos crezcan y se desarrollen sin los modelos masculino y femenino.

(estudio de la Asociación Psicológica Americana).

En febrero del año pasado, la Corte Europea de Derechos Humanos le había negado a un homosexual francés la posibilidad de adoptar “por sus elecciones de vida”. María Rachid había pensado que para ella era lo mismo tenerlo en la panza o adoptarlo pero en la Argentina los homosexuales tampoco pueden adoptar. “Para adoptar había que mentir, había que decir que yo era una mujer soltera y heterosexual y siempre me iba a quedar el miedo de perder a mi hijo por esa mentira”, confiesa.

“Quiero que mi hija tenga derecho a tener un bebé -dice Clara Basualdo, mamá de una lesbiana y miembro de la agrupación Padres, Familiares y Amigos de Lesbianas y Gays-. La ley no acompaña pero si la decisión de tener un bebé es de mi hija y su pareja, el bebé es de las dos.” Guste o no, en la Argentina existen mujeres enamoradas de mujeres que desean tener hijos y los tienen. Más de diez años después de que la Organización Mundial de la Salud reconociera que la homosexualidad no es una enfermedad y mientras rueda el debate sobre lo licito y lo prohibido de esta otra maternidad, María y Claudia cruzan los dedos para que el tratamiento anide en el vientre de María. Cecilia pasa sus primeras vacaciones en Mar del Plata con Pedro. Laura y Alejandra andan por la calle con Nicole de la mano y si les preguntan: “¿Cuál es la mamá?”, responden a coro: “Las dos”.

“Es contrario a la naturaleza humana”

POR: RUBEN REVELLO

La Iglesia no dice que no a la maternidad lesbiana porque no, o porque es feo o porque es pecado. Es no porque es contrario a la naturaleza humana. La naturaleza humana es mucho más rica, los afectos que aportan un papá o una mamá son mucho más ricos. Yo no digo que los homosexuales no tengan capacidad de amar. Sin duda que tendrán un gran cariño para volcar en mucha gente pero ¿por qué engendrar hijos a la fuerza cuando no les vamos a poder dar los elementos que tendríamos que dales?

En el fondo es una ficción decir que un bebé concebido así es un hijo de una pareja homosexual porque no lo es. Es hijo de un donante masculino externo a la pareja y de una mujer que tiene inclinaciones homosexuales.

Una persona que es homosexual -no lo digo yo, lo dice Freud- padece de una patología por más que hoy en día la Organizaci6n Mundial de la Salud no lo considere una enfermedad. La Iglesia sí considera a la homosexualidad una enfermedad porque de hecho no existe la tendencia natural a la complementariedad.

La Iglesia entiende a la maternidad y a la paternidad dentro del conjunto de la humanidad y la humanidad supone la participación masculino/femenina. La Iglesia considera que toda maternidad o paternidad que suponga gametos de fuera de la pareja no cumple con el fin del matrimonio que es la complementariedad del varón y la mujer cuyos hijos son fruto de la pareja y no de un tercero que dona o colabora con sus gametos, sean estos óvulos o espermatozoides.

Inseminar a una lesbiana es antiético si se toma como ético o moral aquello que hace al bien del hombre. No hace al bien del hombre nacer en una pareja donde no hay un papá y una mamá. por lo mismo que sería antiético inseminar a una viuda o a mujeres solas. La naturaleza lo entiende así y la Iglesia lo asume. Hay fundamento científico, no es pura cuestión dogmática. Para que la vida estalle hace falta la concurrencia del hombre y de la mujer.

Profesor e investigador del Instituto de Bioética de la Facultad de Posgrado en Ciencias de la Salud de la U.C.A. (universidad catolica argentina)

“Sí a la fertilización"

POR: NICOLAS NEUSPILLER (director del Instituto Fecunditas)

Estoy a favor de la maternidad lesbiana porque no soy quién para discriminar a esas mujeres.

Como especialista en reproducción hago tratamientos en parejas que no pueden tener hijos porque están enfermas de una enfermedad que se llama esterilidad. Pero estas parejas lesbianas no están enfermas sino que les hace falta tener una relación sexual y tomar contacto con el semen.

El tema más que por lo médico pasa por lo personal de cada uno de nosotros. Lo único que hago es una prestación higiénica que la haría si veo que se trata de una pareja estable. No es ir contra la naturaleza porque no hay nada más natural que nacer y vivir. Mi limite es analizar a la pareja para saber sí ese chico que puede nacer va a ser un chico feliz. Creo que un chico de una pareja lesbiana que lo quiere es mucho más feliz que cualquier chico que tiene un padre alcohólico o que desaparece.

La comunidad lesbiana va pidiendo más derechos y uno de ellos es tener un hijo.

“No a fertilizarlas "

POR: CLAUDIO CHILLIK (director del Centro de Estudios en Ginecología y reproducción)

Prefiero no realizar la técnica de inseminación artificial en lesbianas.

Creo que es más un prejuicio personal que un motivo valedero desde lo científico. En el caso de las parejas heterosexuales, uno cura la esterilidad pero en el caso de las lesbianas, lo que uno termina haciendo es un tratamiento social y no médico porque teóricamente esa mujer es fértil y no queda embarazada por la falta de un hombre.

Hace un tiempo que discutimos los aspectos éticos de la fecundación asistida y cada tanto surge preguntamos quiénes son los beneficiarios de las técnicas. A lo largo de los años uno cambia la forma de pensar y en nuestro centro hemos comenzado a realizar la técnica en mujeres solas. Al no haber una ley sobre fecundación asistida, las practicas en lesbianas no están prohibidas.

Uno no debe tener el derecho de juzgar si una pareja de lesbianas pueden o deben ser madres, pero me resisto a aplicar las técnicas de fecundación en ellas.

Cómo se vive la maternidad lesbiana en el resto del mundo

LA ACTRIZ ROSIE O'DONNELL DIJO QUE ES MADRE GAY Y CHICOS DE PAREJAS HOMOSEXUALES CUENTAN SUS EXPERIENCIAS (POR TV).

A la comediante y conductora de tv norteamericana Rosie O'Donnell nunca le importó demasiado hablar de su homosexualidad, pero lo que sí se encargó de ventilar para que todo el mundo lo sepa es que su lesbianismo no la ha privado de convertirse en la mamá de Parker, Chelsea y Blake, los chicos de 6,4 y 2 años que adoptó con su pareja. No creo que en los Estados Unidos sepan cómo es una madre gay. Bueno, yo soy una”, confesó en un programa de la cadena ABCNews. “Estos chicos no lo pasan bien y eso es triste. No le estoy pidiendo a la gente que acepte la homosexualidad sino que no permitan que estos chicos sufran por sus prejuicios.” Rob De Voogd, un chico de 17 años que vive en lthaca, Nueva York, sabe de qué se trata ese dolor. Va a una escuela progre pero viaja en colectivo con otros adolescentes que suelen burlarse de los gays. “Duele -admite Rob-, y es duro no tomarlo como un insulto personal porque mi madre es lesbiana.” A los 18, Ashley Hamess, de Minneapolis, dice que durante años no contó en la escuela que tenía dos mamás y que había sido concebida con esperma de un donante. “Me autocensuraba en clase y no decía lo que me pasaba. Recién a los l6 pude hablar” Para Jen Bleakley y Nina Jacobson, una pareja de lesbianas de Los Angeles, el tema surgió más temprano. Fue cuando su hijo de tres años comenzó a preguntar “¿tengo un papá?” para seguir tiempo después diciendo “Yo quiero un papá” y “Los papás son divertidos”. Fue ahí cuando Jen le explicó que había varios tipos de familias y que la suya contaba con dos mamás. Sin embargo Travis, un nene de 4 años criado por una pareja de gays, siempre contó su situación familiar con naturalidad. Había cumplido los 2 cuando le preguntaron por su mamá. “No tenemos una mami —respondió—. Tenemos dos papis y un Dingo.” Dingo era su perro.

Bélgica, Holanda, los países escandinavos, Quebec, en Canadá, y algunos estados norteamericanos como Nueva Jersey, Vermont o Connecticut, ya aceptan la adopción por parte de parejas homosexuales. La legislación Argentina no la permite.

En España estiman que el 75 por ciento de las mujeres solas inseminadas son lesbianas y según las organizaciones homosexuales, de los tratamientos de inseminación nacen cerca de 375 bebés por año.

La aceptación social nunca fue fácil. En julio de 1994, un médico le negó a la tenista Martina Navratilova, lesbiana confesa, la inseminación artificial. Ese mismo año, por primera vez, un juez de Manchester, Gran Bretaña, otorgó a una pareja lesbiana la crianza de un niño de 22 meses. En 1996 fue la primera vez que en el festival gay de Londres se abrió una guardería infantil y en abril de 1997, el Servicio de Salud estatal inglés financió el primer tratamiento de fertilización en una pareja de lesbianas. Por entonces, una investigación del diario The Sunday Times señalaba que más de la mitad de las mujeres tratadas en los institutos de fertilización asistida eran lesbianas.

Rosie O'Donnell fué portagonista de un programa sobro hijos de homosexuales, que emitió en EE.UU, el canal paro chicos Nlckelodeon. El canal recibió 100.000 e-mails y llamados de protesta, pero lo repitió.

 

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Les dejamos los datos de una agrupación que las puede ayudar a despejar dudas y sentirse acompañadas:

Les madres

sitio web: http://www.lesmadres.com.ar