RECHAZO ANTE LA PROHIBICION DEL USO DEL LENGUAJE INCLUSIVO EN LAS ESCUELAS DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES

Todes tuvimos que hacer alguna vez una reparación en nuestro hogar. Para hacerlo necesitamos herramientas que se adapten al trabajo que tengamos que realizar, por ejemplo, no usamos las mismas pinzas para un arreglo de plomería que para uno de electricidad. Del mismo modo, el lenguaje no es más que una herramienta de comunicación, y por lo tanto tiene que adaptarse a la función para la que lo vayamos a utilizar.


En los últimos años, los colectivos de mujeres, LGBT, disidencias y personas no binarias tuvieron un rol social activo, desde la conquista del derecho al matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, la legalización del derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, el movimiento Ni Una Menos, etc. que generaron cambios en la sociedad, aún resistidos, y por lo tanto las modificaciones en el lenguaje son una consecuencia natural que busca adaptarlo a nuevas identidades y relaciones que se visibilizan. Así es como surge el “lenguaje inclusivo”.

En el último censo, al menos 56.000 personas manifestaron auto-percibirse como no binaries, y gracias a los cambios en el DNI tienen la posibilidad de ser reconocidas legalmente. Al prohibirse el uso del lenguaje inclusivo en las escuelas estamos impidiendo que esas personas puedan ser nombradas, ya sean docentes, alumnes, o incluso al referirse en clase a alguna persona pública que se defina como no binarie. Nos preocupa que prohibir el lenguaje inclusivo sea también una prohibición simbólica de estas identidades.
Es aún más preocupante que se prohíban contenidos curriculares que utilicen el lenguaje inclusivo, ya que cada vez más una significativa parte de la cultura va a hacer uso de él, especialmente de la cultura de la diversidad sexual, y esas obras quedarán entonces por fuera de la currícula educativa.
No podrá mencionarse en clase el fallo de la jueza Elena Liberatori de la Ciudad de Buenos Aires del año 2019 o de la jueza Leticia Lorenzo de Neuquén, en los que utilizan términos como “niñes” o “todes”.
Tampoco podrán utilizarse textos de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires que admite el lenguaje inclusivo para las producciones realizadas por sus estudiantes de grado y posgrado. Quedando así fuera del sistema educativo porteño una cantidad cada vez mayor de riqueza cultural.

El lenguaje es una construcción social que se da espontáneamente, no emana de una autoridad, ni tampoco puede imponerse. El lenguaje inclusivo es utilizado por quien lo desee usar, cuándo y en la medida que lo considere oportuno, ya que es una entidad en construcción. Es fuente de debate constante, incluso al interior de una organización LGBT como la nuestra. Por eso creemos que les docentes tienen el criterio suficiente para saber si usarlo o no, si consideran que pudiera llegar a impactar negativamente en el proceso de aprendizaje, sin necesidad de ejercer prohibiciones.

Paradójicamente, el gobierno de la ciudad de Buenos Aires brindó en el año 2018 un taller sobre lenguaje inclusivo para 350 empleades, y además lo utilizó en folletería y cartelería oficial. Esto nos hace pensar que el cambio en las políticas oficiales de la ciudad no responde a evidencias reales sobre una supuesta afectación del proceso de aprendizaje sino más bien a agradar a un sector del electorado. Los derechos de la diversidad sexual no deberían estar supeditados a la especulación electoralista.
Por todos estos motivos repudiamos esta prohibición porque consideramos que favorece un ambiente educativo discriminatorio hacia la diversidad sexual y no contribuye a disminuir el bullying y los ataques violentos que aún sufre constantemente nuestro colectivo.

 

Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina

 

Junio 2022