Entre gays y heterosexuales, tanto varones como mujeres, hay pequeñas diferencias anatómicas que son resultado de un desarrollo levemente distinto.

 

 

Arch Sex Behav (2008) 37:158–165

PAPER Original.

Edición Especial Minot, Dakota del Norte

 

Orientación Sexual y Asimetría Fluctuante en Hombres y Mujeres

Patricia A. Hall 1 & Catherine M. Schaeff 2

1. Department of Psychology, American University, Washington, DC 20016, USA. e-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
2 Department of Biology, American University, Washington, DC, USA

Resumen: la investigación previa sugiere que la orientación sexual del individuo puede ser afectada por inestabilidad de desarrollo (ID) inducida por exposición a estrés prenatales. Testeamos esta relación usando asimetría fluctuante (AF), las pequeñas desviaciones azarosas que son consecuencia del ruido de desarrollo y la inestabilidad de desarrollo en rasgos de otro modo bilateralmente simétricos. Las diferencias entre individuos reflejan variación en su exposición y su capacidad para adaptarse a estrés experimentados durante el desarrollo así como a ruido de desarrollo que surge debido a estocasticidad celular. Las mediciones de AF de 156 hombres y mujeres heterosexuales 132 hombres y mujeres homosexuales proveyeron un fuerte apoyo para la hipótesis de inestabilidad de desarrollo: AF fue significativamente más alta tanto en los homosexuales varones como mujeres (hombres: cuatro de siete rasgos bilaterales y valores compuestos de AF (cFA); mujeres: cinco de siete rasgos bilaterales y valores compuestos de AF). Aunque las ratios de longitud digital (Finger Lenght Ratios=FLRs), que son un marcador indirecto de hormonas prenatales, fueron sexoatípicas (e.g., mulierizadas) en hombres homosexuales, no pudimos detectar ninguna relación entre los niveles de AF y las ratios de longitud digital 2D:4D [finger-length ratios (FLRs)]. Por esto, aunque los niveles elevados de estrés de desarrollo parecen estar vinculados con cambios en la orientación sexual, el mecanismo subyacente no parece estar conectado con hormonas prenatales sexoatípicas. Se necesitan para confirmar esto análisis adicionales con individuos sexoatípicos.

 

Palabras clave: orientación sexual. Inestabilidad de desarrollo. Asimetría fluctuante. Hormonas sexuales. 2D:4D

 

Introducción

Los esfuerzos para entender la orientación sexual se ven dificultados por la variabilidad con la que se expresa la orientación sexual, y porque  los factores de los que se identificado que cumplen un rol parecen aplicarse solamente a una fracción de los individuos que tienen orientaciones no heterosexuales. Sin embargo, los investigadores han identificado una cantidad de factores que pueden jugar un rol en la etiología biológica de la homosexualidad (para una revisión, véase Rahman & Wilson, 2003). Dos con una gran cantidad de apoyo son la genética (Bailey & Pillard, 1991; Hamer, Hu, Magnuson, Hu, & Pattatucci, 1993; Mustanski et al., 2005) y la exposición a hormonas prenatales sexoatípicas (Ellis & Ames, 1987; Manning, Scutt, Wilson, & Lewis-Jones, 1998; McFadden, Loehlin, & Pasanen, 1996).

Los resultados de estudios de mellizos y de familia indican que hay un componente genético en la orientación sexual para los dos sexos (e.g., mellizos: Bailey, Dunne, & Martin, 2000; Bailey & Pillard, 1991; Whitam, Diamond, & Martin, 1993; pedigríes: Bailey &Benishay, 1993; Bailey et al., 1999; Pillard & Weinrich, 1986). Sin embargo, hasta este momento los investigadores han tenido un éxito ínfimo en vincular la orientación sexual con marcadores genéticos específicos (Bailey & Pillard, 1991; Rice, Anderson, Risch, & Ebers, 1999; pero véanse Hamer et al., 1993; Mustanski et al., 2005).

El rol de las hormonas prenatales tampoco está claro, pero la evidencia indirecta de un vínculo entre orientación sexual y hormonas prenatales (Ellis & Ames, 1987) as provista por una incidencia incrementada en homosexuales de expresiones sexoatípicas de rasgos sexualmente dimórficos, que incluyen varias estructuras cerebrales (núcleo suprachiasmático, comisura anterior e  INAH3; Allen & Gorski, 1992;Byneet al., 2001;LeVay, 1991;but see Lasco, Jordan, Edgar, Petito, & Byne, 2002), emisiones otoacústicas (McFadden et al., 1996), ratios cintura-tobillo (Singh, Vidaurri, Zambarano, & Dabbs, 1999), y ratios de longitud digital del índice al anular (Manning et al., 1998; Phelps, 1952; Williams et al., 2000). La incidencia incrementada de orientaciones sexuales no heterosexual entre mujeres con hiperplasia adrenal congénita (HAC=congenital adrenal hyperplasia (CAH)], un desorden heredado que causa secreción de andrógenos adrenales superior a la normal (Ehrhardt, Evers, & Money, 1968; Money, Schwartz, & Lewis, 1984;Zucker et al., 1996), también apoya la hipótesis de hormonas prenatales, como lo hace una tendencia similar observada entre hijas de mujeres tratadas con dietilstilbestrol, un estrógeno sintético no esteroide que fue administrado a mujeres embarazadas (Meyer-Bahlburg et al., 1995).

Aunque estos resultados sugieren que las hormonas sexuales están vinculadas de algún modo a la orientación sexual, los cambios sexoatípicos típicamente observados en rasgos sexualmente dimórficos son estadísticos más que categóricos (i.e., diferencia significativa en mediana con superposición en lugar de distribuciones discretas). De modo similar, la diferencia relativa en frecuencia de homosexualidad es solamente un poco más alta entre mujeres HAC (=CAH) comparadas con mujeres no HAC (=non-CAH women), a pesar de la exposición a una cantidad equivalente a una vez y media la concentración de andrógenos sexotípica (Wudy, Dorr, Solleder, Djalali, & Homoki, 1999).

Recientemente, una cantidad de estudios que investigaban la orientación sexual han provisto apoyo para el papel de otro factor, la inestabilidad de desarrollo (Blanchard, Cantor, Bogaert, Breedlove, & Ellis, 2006;Lalumiere, Blanchard, & Zucker, 2000). El término estabilidad de desarrollo se refiere a la capacidad de un organismo individual de producir el fenotipo específico tal como se lo dicta su código genético bajo diversas condiciones ambientales (Waddington, 1942). La inestabilidad de desarrollo se produce como resultado de un ruido de desarrollo que puede ser inducido por estrés ambiental y/o genético y procesos celulares estocásticos y da como resultado una disrupción en el desarrollo típico de un organismo. La inestabilidad de desarrollo se mide frecuentemente de modo indirecto usando asimetría fluctuante (AF). AF se refiere a desviaciones pequeñas y no direccionales de la simetría perfecta en el desarrollo de los rasgos bilaterales (Ludwig, 1932). Como un gen dado o conjunto de genes controla el desarrollo de ambas versiones de un rasgo bilateral, las dos deberían ser idénticas. Sin embargo, cuando los patrones de división celular, diferenciación y crecimiento son perturbados por ruido de desarrollo, surgen en rasgos bilaterales pequeñas desviaciones de la simetría perfecta, i.e., AF (Ludwig, 1932).

Los niveles incrementados de AF han sido vinculados con exposición a diversos tipos de estrés en una amplia gama de organismos, incluyendo plantas, peces y animales (para reseñas, véanse Møller & Swaddle, 1997; Polak, 2003). Entre los humanos, la AF incrementada ha sido vinculada a diversos estrés específicos, tales como la obesidad maternal, la nicotina materna y el uso de alcohol (Kieser, 1992;Kieser, Groeneveld, & Da Silva, 1997), malnutrición severa durante el desarrollo prenatal (Kieser & Groeneveld, 1988), y exposición a una respuesta inmunitaria materna evocada por múltiples exposiciones a fetos varones (Lalumiere, Grant, & Rice, 1999). Un resultado en animales expuestos a estrés prenatal as una modificación de conducta sexual donde las conductas sexuales sexoatípicas se hacen más comunes (Ward, 1972). Varios estudios humanos también informan esta tendencia. La incidencia incrementada de homosexualidad ha sido vinculada a exposición prenatal a la nicotina vía uso de nicotina materna (Ellis & Cole-Harding, 2001; Lalumiere et al., 1999, 2000) y tener más hermanos mayores (Blanchard, 2001; Blanchard & Bogaert, 1996). Ambas situaciones dan como resultado bebés prematuros de peso por debajo de lo normal, lo que as consistente con la idea de que estos individuos han experimentado estrés prenatal significativo y por tanto tienen probabilidad de haber experimentado inestabilidad de desarrollo incrementada (Cote, Blanchard, & La­lumie`re, 2003; Wadhwa, Sandman, Porto, Dunkel-Schetter, & Garite, 1993).

El objetivo del presente estudio fue examinar el vínculo entre la inestabilidad de desarrollo y la orientación sexual usando AF y también poner a prueba si hay un vínculo entre inestabilidad de desarrollo y hormonas prenatales. Para testear esto último, usamos las ratios de largo digital, que son un marcador indirecto de hormonas prenatales (Phelps, 1952) y que están negativamente correlacionadas con la ratio de testosterona a estrógeno en el fluido amniótico (Lutchmaya, Baron-Cohen, Raggatt, Knickmeyer, & Manning, 2004). Dada la evidencia de un vínculo entre un cambio en la orientación sexual del varón y la exposición al estrés prenatal  (Blanchard & Bogaert, 1996; Ellis & Cole-Harding, 2001), esperábamos que los hombres gays exhibieran niveles AF más altos que los hombres heterosexuales. Bern­stein, Gorden y Rose (1983) sugirieron que el estrés prenatal podría tener un impacto negativo en la función de las hormonas sexuales, conduciendo a perfiles hormonales sexoatípicos. Si esto es verdad y el estrés prenatal (y por tanto la inestabilidad de desarrollo) es elevado en hombres gays, entonces debería haber una relación positiva entre los niveles de AF y las ratios de longitud digital (finger lenght ratios, FLRs (i.e., FLRs más altas están más mulierizadas) entre hombres. De modo similar, se esperaban entre lesbianas niveles de AF más altas que en las mujeres heterosexuales (Ellis & Cole-Harding, 2001) como también una relación negativa entre niveles de AF y Ratios de Longitud Digital FLRs.

En general, AF en humanos han sido medidas usando rasgos corporales, tales como la longitud de los dedos de las manos y de los pies, y el ancho de la muñeca, el hombro, la rodilla y la tobillo (Furlow, Prewitt, Gangestad, & Thornhill, 1997; Gangestad, Bennett, & Thornhill, 2001; Thornhill & Ganges-tad, 1999; Trivers, Manning, Thornhill, Singh, & McGuire, 1999). Como rasgos diferentes tienen diferentes momentos programados de desarrollo y la temporización de los estresores determina qué rasgos serán afectados, un rasgo único puede no proveer una señal fuerte del nivel de inestabilidad de desarrollo experimentada. Por esto, además de obtener las estimaciones de AF para ocho rasgos bilaterales, calculamos un valor compuesto de AF (suma de AF a través de los rasgos) para obtener una estimación más precisa de la estabilidad general de desarrollo de un individuo (Leung, Forbes, & Houle, 2000).


Method

Participants

 

The 288 individuals who participated in this study were divided into four groups based on their self-reported sex and sexual orientation: 97 heterosexual women, 59 heterosexual men, 75 gay women, and 57 gay men. The participant pool was restricted to those individuals whose self-reported sexual ori­entation was consistent with the extremes of the Kinsey scale (0 =exclusively heterosexual; 6 =exclusively homosexual) (Kinsey, Pomeroy, & Martin, 1948). Thus, 18 participants were excluded from our analyses. The mean age was significantly higher for gay men and lesbians (28.42 years, SD =10.74) than heterosexual men and women (25.05 years, SD =9.83), F(1, 284) =7.69, p =.006, and for men (28.5 years, SD 11.37) than women (25.31 years, SD =9.47), F(1, 284) 6.69, p =.01.

Both homosexual and heterosexual volunteers were recruit­ed through friends and neighbors, via the campus Lesbian, Gay, Bisexual, and Transgender group at American University, Washington, DC; at a vendor booth at Gay Pride Day in Washington, DC, at a table on campus at American University, and in the Biology Department of American University. Incentives included candy, psychology research credit, and hair product samples. Participants signed an informed consent form and completed a brief survey on his or her sexual ori­entation, sexual history (i.e., number and gender of their sexual partners), and sexual desires. Individuals who reported con­flicting or ambiguous identification of sexual orientation on the survey (e.g., indicated several opposite-sex partners and no same-sex partners yet self-identified as homosexual) were excluded from the study. Participants were asked to document any injury to the body parts measured for the study, any major health conditions (and this divided into two groups—healthy and unhealthy), and their handedness. Data for traits listed by the participant as previously injured were not used. Data recorders, rather than measurers, handed out and collected surveys in order to minimize any opportunity for them to know a participant’s sexual orientation.

 

Measures

Fluctuating Asymmetry

 

Eight bilateral body traits were measured to the nearest 0.01 mm using Vernier digital calipers (the length of four fingers [D2–5], width of the wrist, elbow, knee, ankle). Length of the big toe, a trait used in a number of published studies, was not included due to high measurement error in a pilot study. All traits were measured sequentially on the right and then the left side of the body, and then both sides were re-measured. Measurers practiced measuring techniques for several weeks prior to the study until their measurements became reliable and accurate as assessed by measurement error analysis (see below). Measurers called out their data to a recorder who entered the data into a laptop.

During measuring, participants were seated next to a table and then asked to remove any jewelry. With the back of the hand resting flat on the table, finger lengths were measured from the crease between the palm and the finger to the highest point on the tip of the finger, without denting the flesh. Next, the entire forearm was placed palm down on the table, fingers together. Wrist widths were measured from the pisiform (the bone protruding on the distal side of the wrist) to the inner protrusion. For elbow measurements, participants were asked to hold their arm straight out from their body (i.e., parallel to their shoulder), and elbow bent 90° so that their hand pointed in front; measurements were taken at the highest points of the humerus. Still seated, participants were instructed to have their knees bent at 90° angles with their feet flat on the floor, thighs parallel to the floor. Both knees were measured at the outermost tip of the medial and lateral epicondyle of the femur and ankle width measurements were taken at the peaks of the anklebone on either side of the joint. Comparison of within versus between side measurement variance was performed for each trait to assess the impact of measurement error on FA analysis (Møller & Pomiankowski, 1993). The differences between left and right measurements were significantly greater than within-sides measurements for all eight traits (p .05; therefore, for our final analyses were performed without this trait. Visual assessment of frequency distributions and stem and leaf plots of FA values indicated that no traits exhibited bimodality (an indication of antisymmetry rather than symmetry as the norm for a given trait).

Regression analysis revealed a positive relationship between size of traits [(L +R)/2] and level of FA exhibited for knees and ankles, F(1, 252) =9.17, p =.003, r = .031;F(1, 219) =5.54, p =.019, r =.157, respectively. As a result, for the remainder of the study, FA estimates for seven all traits were adjusted for the effect of size j(L R)j/[(L þR)/2]; which was referred to as FA, allow­ing for the computation of a composite FA (cFA) measure for each individual (Swaddle & Cuthill, 1995). There were no significant differences in FA estimates between healthy and unhealthy (as assessed by our survey) individuals in any trait (two-sample t-test, p > .05 for all). As well, distributions of participants with and without major health concerns were similar in gay and heterosexual samples, v 2(1) = 1.14, ns; thus, healthy and unhealthy participants were combined for subsequent analysis.

Composite FA estimates were created by summing all traits’ FA estimates. For individuals missing a trait due to injury, the mean estimate for that individual’s group, sex, and sexual orientation was inserted.


Finger Length Ratio (FLR) Measures

Length measurements of 2D and 4D were used to calculate FLR ratios (2D/4D) for the left hand and right hand for each participant (Phelps, 1952).

Resultados

Fluctuating Asymmetry in Heterosexual and Homosexual Men

 

Simple effects analysis showed that gay men had higher FA than heterosexual men in four traits: D2(F[1, 109] = 4.68, p = .03), D4 (F[1, 115] = 4.08, p = .04), Elbow (F[1, 107] = 8.34, p = .005) and Knee (F[1, 109] = 8.25, p =.005) and in the composite (F[1, 116] = 17.98, p < .001) (Table 1).

 

Table 1 Mean fluctuating asymmetry of traits as a function of sexual orientation in men

 

Heterosexual (N = 59)

Homosexual (N = 57)

Cohen’s d

 

M

SD

M

SD

 

Trait

 

 

 

 

 

D2a .

018

.018

.025

.021

.41

D3 .

012

.011

.017 .

021

.34

D4a

.015

.009

.018 .

014

.38

D5

.026

.023

.030 .

030

.17

Elbow a

.017

.014

.031 .

033

.54

Knee a

.015

.013

.025

.022

.54

Ankle

.035

.033

.031

.030

.10

cFA a

.137

.048

.186

.074

.79

a Indicates a significant difference

 

 

 

 

Fluctuating Asymmetry in Heterosexual and Homosexual Women

 

Simple effects analysis showed that lesbians had higher FA than heterosexual women in five traits: D3 (F[1, 155] = 6.85, p = .01), D4 (F[1, 154] = 18.74, p < .001), D5 (F[1, 149] = 11.26, p = .001), Elbow (F[1, 156] =15.96, p < .001) and Knee (F[1, 149] = 6.63, p = .011) and the composite (F[1, 171] = 55.18, p < .001) (Table 2). The trend of higher FA in lesbians was present for D2; however, the difference did not reach significance.

 

Table 2 Mean fluctuating asymmetry of traits as a function of sexual orientation in women

 

Heterosexual (N = 97)

Homosexual (N = 75)

Cohen’s d

 

M

SD

M

SD

 

Trait

 

 

 

 

 

D2

.017

.015

.021

.019

.28

D3 a

.011

.01

.017

.018

.40

D4 a

.016

.013

.027

.020

.67

D5 a

.021

.018

.031

.026

.52

Elbow a

.021

.021

.040

.028

.62

Knee a

.017

.017

.028

.260

.40

Ankle

.025

.022

.028 .

029

.13

Comp a

.130

.052

.195

.063

1.15

a Indicates a significant difference

 

 

 

 

2D:4D

Table 3 shows the finger-length ratios as a function of sex, sexual orientation and hand. A two (sex) by two (sexual ori- entation) by two (hand: left versus right) ANOVA on 2D:4D revealed that averaged 2D:4D estimates [(L + R)/2] dis played the expected sexually dimorphic pattern (i.e., women had higher ratios than men), F(1, 248) = 19.55, p <.001(Table 3). When left and right hand ratios were examined separately both displayed higher ratios for women then for men(left: F(1, 248) = 91.55, p < .001; right: F(1, 248) = 10.87, p = .001). Among men, the left hand ratios for gay men were higher (i.e., feminized) than heterosexual men, F(1, 99) = 4.68, p = .033. Right hand ratios followed the same pattern, but the difference was not significant. Among women there were no significant differences as a function of sexual orientation in either hand or the average ratio.

 

Table 3 Mean 2D:4D as a function of sex, sexual orientation, and hand

Group

N

Left FLR

Right FLR

Average FLR

Men

99

.948 (.138) .

945 (.145) .

946 (.073)

Women

142

.988 (.138)* .

977 (.137)*

.983 (.054)*

Het. men

50

.958 (.043) .

967 (.037)

.963 (.040)

Hom. Men

49

.976 (.039)* .

971 (.038)

.973 (.041)

Het. women

84

.989 (.039) .

983 (.034)

.986 (.058)

Hom. women

58

.991 (.037)

.986 (.035) .

987 (.056)

Note. SDs in parentheses

 

 

 

* Indicates a significant sex difference or sexual orientation difference

 

2D:4D and Fluctuating Asymmetry

 

If there is a relationship between sex-atypicality of prenatal hormones and developmental instability (DI) we would expect that as FLRs (an indirect measure of sex hormones) become more sex-atypical, cFA levels (an indirect measure of DI) would increase. Regression analysis of cFA (criterion variable) on left FLRs (predictor variable) demonstrated no relationship between these variables for either sex (i.e., as men’s FLRs became larger, their FA estimates did not increase and as women’s FLRs became smaller, their FA estimates also did not increase) (Table 4). Although the relationships were not significant, the patterns observed were in the expected directions. Additionally, unusually high or low levels of testosterone can be detrimental to prenatal neuronal development (Geschwind & Galaburda, 1987), suggesting that both hyper and hypo-masculinized men might exhibit relatively elevated levels of FA. To investigate this possibility we tested for a curvilinear relationship between FLRs and cFA, but found no significant relationship for either sex (p <.05).

 

Table 4 Regression results for cFA as a function of FLRs

Sexo

b

T (df)

p

Varones

.11

-.7 (114)

ns

Mujeres

-.18

-1.3 (170)

ns

 

Discusión

En el estudio aquí presentado, el nivel promedio de AF exhibido por homosexuales fue más alto que el de los heterosexuales en todos los rasgos testeados, de modo significativo en cinco de siete rasgos para mujeres, cuatro de siete rasgos para varones, y el índice compuesto AF (cAF=cFA) para ambos sexos. Asumiendo que la AF elevada se debe a la inestabilidad de desarrollo incrementada (Van Valen, 1961), estos resultados indican que en promedio los hombres gays y las lesbianas experimentan una inestabilidad de desarrollo incrementada comparados con los hombres y mujeres heterosexuales, vínculo predicho por Lalumiere et al. (2000) debido a la incidencia incrementada de uso de mano no derecha entre los homosexuales. Nuestros resultados son los primeros en documentar esta relación usando AF. Tres estudios previos investigaron el vínculo entre AF y orientación sexual (Mustanski, Bailey, & Kaspar, 2002; Rahman, 2005; Rahman & Wilson, 2003) pero no pudieron detectar una diferencia significativa. Los tres estudios sufrían de desafíos metodológicos que han sido resaltados en la literatura de AF (e.g., número limitado de rasgos estudiados, tamaño de muestra limitado, uso de tamaño de cuerpo individual en lugar de rasgo tamaño de rasgo individual para hacer el control del efecto de tamaño en las estimaciones de AF; véase Palmer & Strobeck, 2003).

Los hombres gays y las lesbianas desplegaron niveles de AF relativamente altos para múltiples rasgos morfológicos de modo que as probable que la fuente o fuentes de inestabilidad de desarrollo o su influencia sobre la orientación sexual operen sobre un período extendido de desarrollo. Si bien los rasgos medidos para nuestro estudio proveen un indicador confiable de inestabilidad de desarrollo en toda la dimensión del cuerpo (Furlow et al., 1997; Gangestad et al., 2001; Thornhill & Gangestad, 1999; Trivers et al., 1999), es improbable que sean los rasgos más estrechamente vinculados a un cambio en la orientación sexual y por tanto probablemente no rastrean con precisión el rasgos. De modo consistente con esto, el tamaño de efecto para diferencias de AF entre orientaciones sexuales fue moderado (Cohen, 1992). Para hombres el tamaño de efecto más grande fue para codos y rodillas (d = .54 para ambos) (Tabla 1), para mujeres, para D4 (d = .67) y codos (d = .62) (Table 2). Los tamaños de efecto para los índices cAF fueron más altos, confirmando su utilidad para rasgos únicos. Los tamaños de efecto también tendieron a ser más altos en pruebas que involucraban comparaciones de mujeres más que de hombres (5/7 rasgos y cFA; Tables 1, 2), lo que da apoyo a la sugerencia de Seto (citada por Lalumiere et al., 2000) de que las mujeres mostrarían niveles más altos de AF que los hombres porque ‘‘las mujeres parecen ser más resistentes que los hombres a una gran cantidad de problemas de desarrollo pero muestran efectos más serios cuando éstos se producen’’ (Gualtieri & Hicks, 1985).

Catorce por ciento de los hombres y mujeres heterosexuales exhibieron niveles cAF por encima de la media para gays y lesbianas y el 24% de los gays y las lesbianas desplegaron niveles de cAF por debajo de la media de hombres y mujeres heterosexuales. Como los participantes del estudio estaban restringidos a los que se ubicaban a uno u otro extreme de la escala de Kinsey de orientación sexual (Kinsey et al., 1948), esta superposición no es probable que se deba a que la orientación sexual sea un continuo. Puede reflejar el ruido asociado con usar AF, un marcador indirecto de la inestabilidad de desarrollo o con usar un índice general de AF, que abarque toda la dimensión del cuerpo. La superposición también podría indicar que no hay un único umbral general de inestabilidad de desarrollo pasado el cual la orientación sexual del individuo es cambiada a no heterosexual. La superposición y la identificación de dos homosexuales (ambos hombres) con niveles de AF más bajos que el promedio heterosexual para todos los siete rasgos sugiere todavía más que puede haber múltiples senderos o múltiples pasos en un sendero dado por el cual se establece la orientación sexual, incluyendo los impactos de factores no vinculados con inestabilidad de desarrollo (e.g., claves ambientales; Kinsley & Bridges, 1988).

Investigamos la relación entre orientación sexual y hormonas prenatales usando RLDs, un marcador indirecto de hormonas prenatales (Phelps, 1952) que está negativamente correlacionado con la ratio de testosterona a estrógeno en el fluido amniótico (Lut­chmaya et al., 2004). Nuestro análisis reveló el patrón sexualmente dimórfico esperado en ambas manos, y las ratios de las mujeres eran más altas que las de los varones (Manning et al., 1998;Phelps, 1952). Asimismo, de modo consistente con estudios previos, las ratios de longitud digital de los hombres gays era superiores (i.e., mulierizados) comparados con los de los hombres heterosexuales en ambas mandos, aunque la diferencia era solamente significativa en la mano izquierda (Lippa, 2003; McFadden & Shubel, 2002; Putz, Gaulin, Sporter, & McBurney, 2004). Los datos de otros rasgos morfológicos sexualmente dimórficos sugieren que puede haber tanto hombres gays mulierizados como hipervirilizados (Bogaert & Hershberger, 1999; Rahman & Wilson, 2003) pero no encontramos evidencia en nuestro conjunto de participantes de esta bifurcación en la distribución de las RLDs de los hombres gays (i.e., la distribución no fue bimodal). En lugar de ello, nuestros resultados indicaron que, al menos para nuestra muestra, los hombres gays tenían, en promedio, tendencia a tener RLDs más altas, o mulierizadas (=feminized).

No detectamos una diferencia significativa en FLRs entre lesbianas y mujeres heterosexuales en ninguna de las dos manos. Los estudios que examinan la relación entre estos factores han informado resultados inconsistentes (e.g., sin diferencia: Lippa, 2003; diferencia significativa: McFadden & Shubel, 2002 en la mano derecha; Putz et al., 2004 en la mano izquierda). Un  estudio que sí documentó una diferencia en RLDs [=FLRs] entre mujeres homosexuales y heterosexuales informó que la diferencia parecía ser debida a una expresión más virilizada en mujeres homosexuales que autoinformaban ser “machonas” más que ‘‘fems’’ (Brown, Williams, Cooke, & Breedlove, 2002). Las diferencias entre lesbianas ‘‘machonas’’ y ‘‘fems’’ han sido notadas para otros rasgos sexualmente dimórficos tales como las ratios cadera-cintura, y las lesbianas “machonas” autoidentificadas exhibían una ratio más virilizada (Singh et al., 1999). Sin embargo, como nosotros no estudiamos la identidad ‘‘machona/fem’’ de las participantes del estudio aquí presentado, no podemos distinguir entre las dos interpretaciones posibles de nuestros datos: que no pudimos detector una diferencia en RLD entre mujeres homo y heterosexuales porque esa diferencia no existe, o porque las lesbianas ‘‘machonas’’ estaban relativamente subrrepresentadas en nuestro conjunto de participantes.

Las Ratios de Longitud Digital (RLD= FLRs) entre hombres y mujeres se producen a lo largo de un continuo, y algunos individuos de ambas orientaciones sexuales exhiben patrones virilizados y mulierizados [feminized and masculinized patterns] (para reseña, véase McFadden et al., 2005). Los estudios con modelos animales sugieren que los niveles de andrógeno prenatal puede ser afectados por la exposición a estrés prenatal (Ward, 1972), posiblemente debido al impacto de las hormonas de estrés producidas o bien por la madre o el feto. Dados los vínculos previamente establecidos en humanos entre exposición a estrés prenatal y una expresión incrementada de AF (Polak, 2003) y también entre exposición a estrés prenatal y una incidencia incrementada de progenie no heterosexual (e.g., varones: Blanchard & Ellis, 2001; Lalumiere et al., 1999, 2000; mujeres: Ellis & Cole-Harding, 2001), investigamos si los incrementos observados en AF entre homosexuales estaban también asociados con cambios sexoatípicos en ratios RLD (=FLRs). No encontramos evidencia de una relación entre FLRs y FA para mujeres u hombres respecto de ningún rasgo individual o del índice compuesto AF, sin tener en cuenta si los participantes estaban agrupados en conjunto o divididos de acuerdo con su sexo y / u orientación sexual. Como con nuestro análisis de FLRs, el hecho de que no hubiéramos incorporado los puntajes autoinformados de machona/fem [ratings of ‘‘butch/ femme’’] o masculinidad/femineidad nos impidió completar un análisis más detallado de la relación en hombres o mujeres (i.e., determinando si existe una relación solamente entre individuos sexoatípicos). Putz et al. (2004), que tampoco incorporaron las identidades machona/fem en su análisis, tampoco encontraron una relación significativa entre AF y FLRs.

Los resultados de nuestro estudio proveen apoyo adicional a una base biológica de la orientación sexual, específicamente para apartamientos de la heterosexualidad. Aunque la investigación previa sugiere un vínculo entre la producción de hormonas sexuales y el estrés prenatal (Bernstein et al., 1983), no pudimos discernir un vínculo entre niveles de AF y FLRs, lo que sugiere que la asimetría fluctuante incrementada observada entre homosexuales puede no estar vinculada a hormonas sexuales prenatales atípicas. Se requieren para confirmar esto datos adicionales que incorporen las identidades machona / fem [=butch/femme identities] También se requieren estudios para investigar si existe un eslabón entre los niveles aumentados de AF y un vínculo genético con la homosexualidad.

 

Acknowledgements We thank an anonymous reviewer, Scott Par­ker, Bryan Fantie, and Mandy Migura for comments on the article and Carl Hall, Kieran Evans, and Natasha Lojevsky for their assistance in measurement.

 

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