Journal of Homosexuality, vol. 9, 34, 2004, págs. 13 a 61
Nota sobre RECONSIDERACIONES SOBRE LAS HOMOSEXUALIDADES GRIEGAS
Nota del traductor: el libro de Dover de 1978, Homosexualidad Griega, fue fundamental para quebrar el silencio académico sobre el tema. Tenía ilustraciones en blanco y negro que daban fundamento a las afirmaciones sobre las relaciones activo-pasivas y su contenido había sido adelantado en algunos artículos. Foucault tomó las ideas de Dover y las elaboró y amplió hasta llegar al punto de declarar que la pederastia griega le daba asco porque constaba de relaciones de dominación-sumisión. Halperín siguió esta línea, y la profundizó. Es actualmente la teoría dominante en los estudios clásicos de nuestras universidades.
La aparición posterior de nuevas colecciones de fotografías de las cerámicas eróticas de la Grecia clásica nos muestra que la selección de Dover daba fundamento a su teoría, pero no a mucho más: en las nuevas colecciones se ven mujeres cortejándose, jóvenes penetrando analmente a mayores, jóvenes con jóvenes, y todas las relaciones posibles que un pintor griego pudiese colocar en una vasija y asegurar así su venta. Las vasijas se encontraron fundamentalmente en lugares donde el cristianismo no las destruyó específicamente, como sí lo hizo en Grecia; pero a mi ver la selección de imágenes de Dover y las elaboraciones de Foucault y Halperín indican una profunda internalización de la homofobia cristiana. Cuento con las ilustraciones de Davidson y Cantarella que muestran la gran diversidad de la sexualidad griega clásica, que mina las interpretaciones socioconstructivistas posteriores. He traducido el resumen del artículo, cuyo título sugiere la gran diversidad que el dogma Dover-Foucault-Halperín pasa por alto, porque el original de William Percy excede las 60 páginas y es de una erudición apabullante.
Rafael Freda- 23 de abril del 2016
RECONSIDERACIÓN DE LAS HOMOSEXUALIDADES GRIEGAS
William Percy III, Universidad de Massachussets, Boston.
RESUMEN: Centrando su análisis en pinturas de jarros fundamentalmente atenienses de los siglos VI y V y en un puñado de textos de fines del siglo V y IV, también atenienses, Dover pintó la relación pederástica del erastés (de 20 a 30 años) y el eromenos (de 12 a 18 años), como definida por los roles sexuales, activo y pasivo respectivamente. Esta dicotomía la conectó con otros fenómenos sociales y sexuales, en los que el rol activo/penetrador era considerado adecuado para un ateniense ciudadano adulto, en tanto que el rol pasivo/penetrado era denigrado, ridiculizado y hasta castigado. Construyendo varias teorías sociales y sicológicas, Foucault y Halperin, junto con una hueste de otros autores, han extendido este análisis pero en su meollo sigue estando el dogma de Dover de dicotomización por el rol sexual. La penetración se ha transformado en tal punto focal en la investigación erudita que cualquier cosa que no pueda analizarse en términos de dominación es minimizada o ignorada.
Reducir la homosexualidad o las conductas con el mismo sexo a lo puramente físico o sexual le hace injusticia al complejo fenómeno de la experiencia del varón griego. De Esparta a Atenas y Tebas y más allá, el mundo griego incorporó a la pederastia en sus sistemas educativos. La pederastia se volvió un modo de conducir al muchacho hacia la virilidad (manhood) y la plena participación en la polis, lo que significaba no solamente la participación en política sino primordialmente la capacidad de beneficiar a la ciudad en una amplia gama de modos potenciales. De este modo la educación, el entrenamiento e incluso la inspiración provista por la relación pederástica liberaba fuerzas creativas que condujeron a lo que ha sido llamado el “milagro” griego. Desde alrededor del 630 antes de Cristo encontramos a la pederastia griega dando forma al arte y la literatura en un grado que todavía no ha sido plenamente apreciado. Más todavía: esta influencia no solamente se extiende a los dominios “superiores” de la cultura, sino que también se puede ver influyendo a la sociedad en todos los niveles, desde lo militar a los juegos atléticos, desde la filosofía a la historiografía. La comprensión de las prácticas sexuales (útil, incluso esencial, para una apreciación de la pederastia griega) no puede explicar plenamente su relación con estos otros fenómenos; la pederastia se encuentra en muchas sociedades, y ciertamente existía antes de los griegos. Es tiempo de dejar atrás a Dover y recobrar la dinámica constructiva de la pederastia griega.