Carol Hanisch,  1969.

Versión original. Incluido en la antología de 1970 Notes from the Second Year: Women’s Liberation, editada por Shulamith Firestone y Anne Koedt.

He abreviado el texto dejando sin traducir párrafos específicos del movimiento de mujeres. Traduje lo que creí valioso para aplicarlo a nuestros grupos de reflexión. Es importante que gays, lesbianas y trans podamos aprender de la experiencia del feminismo sin por ello caer en el error político que solía llamarse “seguidismo”, que era abandonar la propia identidad para seguir a otro grupo o líder distinto del propio. SIGLA es un grupo mixto que sigue la tradición argentina de convivencia y colaboración de los dos sexos; promovemos el estudio de materiales de reflexión que han sido hitos en las diversas tradiciones de liberación, impidiendo que lesbianas, gays y trans se disuelvan dentro del feminismo cuya ideología no da solución a nuestras necesidades específicas. Rafael Freda

Febrero de 1969

 

Para este paper quiero aferrarme a un aspecto del debate del que comúnmente se habla en la izquierda; esto es, “terapia” vs. “terapia y política”. Otro nombre para esto es “personal” vs. “político” y sospecho que tiene otros nombres porque se ha desarrollado en todo el país (…); estos grupos han sido llamados “de terapia” y “personales” por mujeres que se consideran “más políticas.”

(…) La misma palabra “terapia” es obviamente un nombre falso si lo llevamos a su conclusión lógica. La terapia presume hay un enfermo y que hay una cura: una solución personal. Me ofende mucho que de mí o de cualquier otra mujer se piense que lo primero que necesito es terapia. (…) Necesitamos cambiar las condiciones objetivas, no ajustarnos a ellas. Terapia es ajustarse a tu propia y mala alternativa personal.

No hemos intentado resolver problemas personales inmediatos de las mujeres del grupo. Lo más frecuente es elegir tópicos (…): en un grupo pequeño es posible turnarse para proponer preguntas a la reunión (como “¿Qué prefieres o preferiste, una nena o un varón o no tener hijos, y por qué? ¿Qué le pasa a tu relación si tu hombre gana más dinero que tú? ¿Y si es menos que tú?[1]) Después vamos haciendo la ronda respondiendo las preguntas a partir de nuestras experiencias personales. De ese modo todo el mundo habla. Al final intentamos resumir y generalizar a partir de lo dicho y trazar relaciones.

Me parece que en este punto, y quizás por mucho tiempo, estas sesiones analíticas son una forma de acción política. No se va a estas sesiones porque se necesita o se quiere hablar de “mis problemas personales”. De hecho, mejor que no. Como mujer del movimiento, he recibido presiones para ser fuerte, no ser egoísta, orientarme hacia los demás, sacrificarme y en general tener bien controlada mi propia vida. Admitir los problemas de mi vida es ser considerada débil; por eso quiero ser una mujer fuerte en términos del movimiento, y no admitir que tengo problemas reales a los que no puedo encontrar solución personal (…), en este punto una acción política es contar como son las cosas, decir lo que realmente creo sobre mi vida en lugar de decir lo que siempre me dijeron que diga. (…) Una de las primeras cosas que descubrimos en estos grupos es que los problemas personales son políticos. (…)

No niego que estas sesiones tienen al menos aspectos terapéuticos. Prefiero llamar a esto “terapia política”, a diferencia de la terapia personal. Lo más importante es librarse de atribuirse la culpa uno mismo. ¿Pueden imaginarse qué pasaría si las mujeres, los negros y los trabajadores (mi definición de trabajador es todo quien tiene que mantenerse trabajando) (…) dejaran de culparse a sí mismos por la situación en que estamos? Me parece que todo el país necesita ese tipo de terapia política. (…) Quienes creen que Marx, Lenin, Engels, Mao, y Ho tienen la única y última “palabra buena” en este tema y que las mujeres no tenemos que agregar nada pensarán, por supuesto, que estos grupos son una pérdida de tiempo.

(…) No hay un modo “más liberado” que otro; hay solamente malas alternativas. Esto es parte de una de las más importantes teorías que estamos articulando. La llamamos “línea promujer”. Lo que dice básicamente es que las mujeres son realmente muy buenas personas. Las cosas malas que se dicen de nosotras son o bien mitos (las mujeres son estúpidas) tácticas que las mujeres usan para luchar individualmente (las mujeres son zorras), o son en realidad cosas que queremos llevar a la nueva sociedad y que queremos que los hombres compartan (las mujeres son sensibles y emocionales). Las mujeres, como personas oprimidas, actúan por necesidad (muéstrense tontas en presencia de hombres), no por elección. Las mujeres han desarrollado grandes técnicas de disimulo para su propia supervivencia (muéstrate bonita y emite risitas para conseguir o mantener un trabajo o un hombre) que deben ser usadas cuando sean necesarias hasta que llegue el momento en que pueda producirse la unidad en todo su poder. Las mujeres son suficientemente inteligentes para no luchar solas (como lo son los negros o los trabajadores) No es peor estar en el hogar que en la carrera del mundo del trabajo. Los dos son malos. Las mujeres, como los negros y los trabajadores, deben dejar de culparse a sí mismas por nuestros “fracasos”.

(…) Cuando nuestro grupo empezó por primera vez, queríamos salir a las calles protestando contra el matrimonio, contra tener hijos, a favor del amor libre, en contra de las mujeres maquilladas, a favor de la igualdad sin reconocimiento de las diferencias biológicas y Dios sabe qué más. Ahora vemos todas estas cosas como lo que llamamos “solucionario personal”. Muchas de las acciones tomadas por grupos de “acción” siguen estas líneas. (…) Esto no significa, por supuesto, que no deberíamos pasar a la acción. Puede haber buenas razones para que las mujeres del grupo no quieran hacer nada por el momento. Una razón a menudo es que eso es tan importante que quiero estar muy segura de que lo estamos haciendo del mejor modo que sabemos, y quiero estar segura de que es una acción “correcta”. Me niego a “producir” para el movimiento. (…).

Ésta ha sido mi experiencia en grupos a los que se acusa de ser “terapéuticos” o “personales.” (…) Es verdad que todas necesitamos aprender cómo sacar mejor conclusiones de las experiencias y sentimientos de los que hablamos y tender todo tipo de conexiones. Algunas de nosotras no hemos sabido comunicarlas a otras.

(…) Algo más: debemos escuchar a lo que tienen que decir las mujeres presuntamente apolíticas, no para organizarlas mejor sino porque juntas somos un movimiento de masas. Las que trabajamos full time en el movimiento nos volvemos estrechas de mente. (…) Cuando las mujeres que no entran al movimiento están en desacuerdo con nosotras suponemos que es porque son apolíticas, y no que puede haber algo incorrecto en nuestro pensamiento.

Las mujeres han abandonado el movimiento en manadas. Las razones obvias son que estamos cansadas de ser esclavos sexuales y hacer trabajos de porquería para hombres cuya hipocresía es tan evidente en su posición política de liberación para todos. (…) Creo que las mujeres “apolíticas” no están en el movimiento por muy buenas razones, y que fracasaremos mientras digamos “tienen que pensar como nosotras y vivir como nosotras” (…). Hay cosas en la conciencia de las mujeres “apolíticas” (a mí me parecen muy políticas) que son tan válidas como cualquier conciencia política que creamos tener. Deberíamos pensar por qué tantas mujeres no quieren entrar en acción. Quizás hay algo mal con la acción o con la razón por la cual queremos hacer esa acción o quizás el análisis de por qué la acción es necesaria no está claro.

 


[1] Estas preguntas pueden adecuarse a la realidad de las mujeres lesbianas y bisexuales que integran nuestros grupos de reflexión. (N. del T.)