En este texto de 1974 Kurt Freund pone a prueba el concepto freudiano de la homosexualidad y descubre que no resiste los análisis científicos. Como la epistemología de la época favorecía a Freud, esta visión más exacta se difundió poco.

En “Comprender la Homosexualidad: Sus Bases Biológicas y Sicológicas, editado por dr. J A Loraine (Departamento de Medicina Social, Universidad de Edinburgo), MTP, Medical and Technical Publishing Co Ltd, Lancaster, England, Págs. 25-79, 1974.

 

  1. del T.: Freund usa la expresión “same-sexed” en el mismo sentido y en los mismos contextos en que hoy se usa el término “same sex”, así que en lugar de traducir “igualmente sexuado” traduzco “del mismo sexo”. Algo similar pasa con “transexualism”, que en lugar de “transexualismo” traduzco como “transexualidad”. Sigo mi costumbre de traducir male como “varón” (para humanos), y male en posición atributiva como “de varón”. Hago lo mismo con “female”. Para, Cuando es evidente que el contexto indica anatomía o fisiología, también traduzco masculine y feminine como “de varón” y “de mujer” (e.g., “male hormones” y “female hormones” se vierten como “hormonas de varón” y “hormonas de mujer”), y no como masculino y femenino, términos que prefiero reservar como traducción para apariencias y conductas. 

 

Cap. 2

 

Fragmento de “Homosexualidad Del Varón: Un Análisis del Patrón*”

 

Kurt Freund

 

 

FREUD Y LA BISEXUALIDAD

 

En este texto de 1974 Kurt Freund pone a prueba el concepto freudiano de la homosexualidad y descubre que no resiste los análisis científicos. Como la epistemología de la época favorecía a Freud, esta visión más exacta se difundió poco.

Años después, cuando se desató la epidemia de VIH/SIDA, los epidemiólogos propusieron y divulgaron la denominación HSH (en inglés MSM, Male who has Sex with Men), con lo que desataron las furias de las travestis y transexuales y siguieron dejando en la oscuridad para el público interesado (aunque no por supuesto para los médicos, que contaban con la confidencia de sus pacientes), la conducta de los homosexuales casados, los hombres casados con mujeres que buscan de vez en cuando sexo con otros varones, particularmente con los gays, y los hombres que les declaran a sus amantes varones que ellos no son gays, que se acuestan con el amante varón por morbo, por diversión, por variedad o por cualquier razón que se les ocurra para esconder que lo hacen llevados por el deseo, y se dan nombres comportamentales como lo hacen los afroamericanos, que llaman a su comportamiento down-low, “escondidito”). En el concepto HSH se mezclan los heterosexuales que hacen sexo con hombres (sexo no preferido) y los homosexuales que hacen sexo con heterosexuales.

 

  1. INTERACCIÓN CON EL SEXO NO-PREFERIDO

 

La interacción homosexual, incluso si se produce con regularidad, no es por sí misma un indicador muy confiable de homosexualidad, y esto inversamente se aplica también a la interacción heterosexual. En lo que sigue, se reseñará material del cual surge evidentemente que no solo en humanos, sino en general en la totalidad de los vertebrados la interacción sexual con el sexo no preferido se produce con bastante frecuencia. Se argumentará que, en sujetos heterosexuales, esa interacción se debe en la gran mayoría de los casos a la insuficiente disponibilidad del sexo opuesto. Yendo más allá, se argumentará que cualquier éxito de los intentos terapéuticos de hacer heterosexual a un varón homosexual se debe con máxima probabilidad a la facilitación de la interacción con el sexo no preferido.

 

Conducta homosexual en varones heterosexuales

 

La alta incidencia de la conducta homosexual en varones predominantemente heterosexuales, dentro de la sociedad occidental contemporánea, ha sido demostrada por el bien conocido y a menudo citado informe Kinsey 9 que demostró que alrededor del 37% de la población de varones blancos de los Estados Unidos habían por lo menos tenido alguna experiencia homosexual al punto de llegar al orgasmo entre la adolescencia y la vejez. Aproximadamente el 7% de la población blanca de varones de los Estados Unidos había tenido experiencia homosexual más que incidental o reacciones más que incidentales a lo largo de al menos un período de 3 años entre los 16 y 55 de edad, pero seguían siendo predominantemente heterosexuales.

La conducta homosexual, como la exhiben personas adultas heterosexuales, probablemente se produce en su más alta frecuencia en prisiones y reformatorios. De acuerdo con Kinsey et al., entre el 35% y el 85% de los internos varones de varias prisiones admitieron algún tipo de actividad homosexual. Ward y Kassebaum 10 han descrito los modos en que las recién venidas, que eran previamente heterosexuales, habían sido introducidas por internas homosexuales de una prisión de mujeres a actividades homosexuales. De acuerdo con Ward y Kassebaum, era la firme convicción de las internas homosexuales que sus parejas antes heterosexuales en general, al dejar la prisión, volverían a su patrón heterosexual de conducta, y los oficiales de libertad condicional indicaron que esto parece ser lo que ocurre.

Una segunda instancia típica de interacción homosexual entre personas heterosexuales es la masturbación mutua entre adolescentes jóvenes. Esto también ocurre cuando las parejas adecuadas del otro sexo están disponibles, y puede ser debido principalmente a insuficiente comunicación erótica entre los sexos.

Otra condición en la que las personas heterosexuales pueden involucrarse con relativa facilidad en interacciones homosexuales es la intoxicación alcohólica, que tiende también a facilitar interacción heterosexual en personas homosexuales. La intoxicación alcohólica intensifica la probabilidad de interacción sexual con objetos de una categoría no preferida en general, probablemente entorpeciendo la discriminación del sujeto, aunque el número real de estas instancias probablemente está exagerado por la tendencia de los infractores sexuales a atribuir su conducta desviada al consumo de alcohol en lugar de admitir que ellos, de hecho, actuaron del modo que preferían eróticamente, aunque fuera socialmente inaceptable, e.g. exponiendo sus genitales [by exposing themselves].

Una instancia más de personas heterosexuales que exhiben conducta homosexual es la prostitución homosexual; esta conducta se produce en contextos básicamente no eróticos. Antes de que la interacción homosexual entre adultos consintientes dejara de ser una infracción judiciable, un número considerable de jóvenes prostitutos varones, arrestados por esta interacción, pero obviamente totalmente heterosexuales, fueron entrevistados por este escritor, y como el test falométrico ya estaba disponible los diagnósticos a los que se había llegado por entrevistas fueron confirmados por el resultado del test.

 

Comparaciones transculturales

 

Los datos históricos 11 y etnológicos revelan una amplia variación en actitudes entre varias comunidades hacia la interacción homosexual 12.  La interacción del mismo sexo entre varones heterosexuales, bajo condiciones particulares, ha sido aceptada en una variedad de culturas y considerada respetable y a veces incluso como componente regular de la vida sexual de un varón. Parece que, en la mayoría de estas comunidades o sociedades donde la interacción homosexual fue general y aceptada, las mujeres no estaban disponibles como parejas sexuales para los varones jóvenes por prolongados períodos de tiempo. En algunas sociedades tribales, algunos tipos de interacción homosexual y / o de apegos homosexuales entre varones heterosexuales habían sido institucionalizado, en particular entre los chicos de 10 a 14 años y personas físicamente maduras. En una cantidad de sociedades los nenes varones eran formalmente considerados mujeres, y se creía que los ritos de pubertad les otorgaban calidad de varones. En unas pocas de las comunidades investigadas, una parte significativa de esos ritos involucraban varones adultos que ejecutaban coito anal con los chicos, y en otras comunidades había presentes obvios remanentes de estos ritos 11,13-16.  De acuerdo con Williams 16 que trabajó con los Keraki en New Guinea, a las chicas se les celebraban compromisos o se las casaba en la infancia temprana (o incluso antes de haber nacido) y se las daba en custodia a la familia del novio, que se aseguraba de que la muchacha no tuviera contacto íntimo con varones hasta que el casamiento se consumara. Layard 15 encontró una situación similar en la isla de Malekula en las Nuevas Hébridas y agregó que, en las partes septentrionales, la relativa carencia de mujeres fue particularmente severa porque caciques ricos las habían comprado en su mayor parte. Deacon 14 encontró que la interacción sexual entre los varones, en esta región norteña de la isla, era particularmente frecuente. Estos hechos parecen hacer aceptable la interpretación de que, en las sociedades tribales, la aceptación e institucionalización de la interacción homosexual servía como reemplazo de las oportunidades heterosexuales insuficientes, cuando y donde las tradiciones socioeconómicas inhibieron severamente la interacción heterosexual. Esperamos que los antropólogos culturales serán capaces de testear rigurosamente la validez de esta afirmación porque, si se comprobase que es así, una explicación simple estaría disponible para la mayor parte de la actividad homosexual que se produce entre personas heterosexuales. Entonces, sin embargo, hay que hacer una pregunta todavía más crucial: ¿bajo qué condiciones la interacción como pareja de personas del mismo sexo es un reemplazo mejor que la automasturbación para las personas homosexuales? Esto puede ser así solamente bajo alto nivel instintual [at high drive level] y bajo privación de todo tipo de comunicación erótica con el sexo preferido.

 

La actividad heterosexual en varones homosexuales

 

La interacción sexual con el sexo no preferido parece producirse en los varones homosexuales al menos tan frecuentemente como en los varones heterosexuales, pero no es fácil llegar a una estimación de esta frecuencia. De acuerdo con los datos de Kinsey et al. aproximadamente el 13% de la población blanca de varones de los EEUU parece responder predominantemente, pero no exclusivamente, de modo homosexual por un período de al menos 3 años entre las edades 16 y 55. Este número extremadamente alto hace surgir la sospecha de que puede ser un artefacto causado por la complejidad de la definición que hace Kinsey del continuo hetero-homosexual.

Kinsey et al. usaron una escala de siete grados para la evaluación del balance hetero-homosexual. La escala estima las respuestas sexuales autoinformadas a miembros del mismo sexo vs. a miembros del sexo opuesto, y la respuesta sexual se define como ‘excitación erótica u orgasmo por medio de contacto físico y / o respuestas ‘síquicas’ eróticas’. Con la excepción de los grados 0 y 6 de la escala, la confusión de la excitación provocada por contacto corporal y la provocada por configuraciones de estímulos visuales (o auditivos) reales o imaginados hace difícil entender qué mide en realidad esta escala. El requisito adicional de dar prioridad a las ‘respuestas síquicas’ y de diferenciar entre varias cualidades o intensidades de tales respuestas parece sesgar la escala hacia la medición de la preferencia erótica, pero plantea nuevas dificultades al aumentar la ambigüedad de los datos básicos.

A juzgar por las afirmaciones relevantes hechas por varones homosexuales 5, el motive de la interacción sexual con las mujeres era muy rara vez la falta de disponibilidad de parejas varones adecuadas, sino más bien ‘curiosidad’ o el deseo de ajustarse a una vida heterosexual para escapar a la frustrante situación social de un varón homosexual en una sociedad heterosexual. Algunas personas homosexuales también indicaron que deseaban una vida de familia. Muchos varones homosexuales están casados, tienen familias y son capaces de esconder su verdadera inclinación muy bien. Algunos de ellos han alcanzado este alto grado de ajuste heterosexual durante o después de alguna terapia, pero el presente escritor se siente seriamente inclinado a dudar de la validez de los informes que afirman que los varones homosexuales han sido transformados en heterosexuales por algún tipo de terapia 17--28. Las dudas del presente escritor están basadas en el estudio de informes sobre el tratamiento de la homosexualidad y sobre su propio estudio terapéutico que incluyó seguimientos de más de un extenso período de tiempo 5.

En este último proyecto se usó terapia de aversión, combinada con intentos de reforzar positivamente la conducta heterosexual. Varios varones homosexuales alcanzaron, durante el tratamiento o después, un grado notable de ajuste heterosexual. Se casaron, tuvieron hijos y parecían muy contentos por alrededor de un año, pero, con el correr del tiempo, el ajuste heterosexual habitualmente se deterioraba y quedaba con un matrimonio virtualmente no funcional y problemas más grandes que los que tenían antes de la terapia. Nuestra información sobre el destino de los matrimonios heterosexuales que involucraban varones homosexuales está limitada a aquellos donde los maridos homosexuales llegaron a ser atendidos por el siquiatra, i.e. donde los maridos homosexuales habían sido tratados ‘exitosamente’ y se habían casado después o donde se los atendía porque espontáneamente pedían ayuda o porque había acusaciones judiciales contra ellos por infracciones homosexuales 29. Los varones homosexuales que no necesitan la ayuda del médico podrían ser capaces de hacer un ajuste marital sexual mejor.

El efecto (si es que había alguno) de nuestro esfuerzo terapéutico era haber capacitado a un varón que seguía siendo homosexual (en preferencia) para que interactuara sexualmente con mujeres. Los ‘efectos’ favorables se parecían mucho al resultado ‘bisexual’ informado por sicoterapeutas más tempranos.

Contrariamente a la abrumadora mayoría de sus seguidores, Freud 30 no creyó en realidad que fuera posible volver heterosexual a una persona homosexual a través de sicoterapia. Pensó que el resultado más favorable de este tratamiento se alcanzaba si el paciente se volvía ‘bisexual’, i.e., si la terapia ‘restauraba’ la ‘plena función bisexual’ del paciente. Después era la decisión del paciente ‘elegir’ entre hétero y homosexual. Freud se quejaba de que, como regla, no era posible ‘convencer’ al paciente de que eligiendo la heterosexualidad volvería a ganar, cuando interactuara con parejas del otro sexo, toda la satisfacción que perdía al abandonar el objeto del mismo sexo. Stekel 31-32 era más optimista en cuanto al efecto de la sicoterapia de la homosexualidad, pero tenía sus dudas sobre si uno debía intentarla porque ‘al volverlo (al paciente homosexual) heterosexual, reprimirá su homosexualidad…y si lo hiciéramos bisexual la sociedad lo desterraría’. La idea de que el resultado de una sicoterapia efectiva de la homosexualidad es la ‘bisexualidad’ ha sido explícitamente indicada también por varios autores posteriores 33,34 y obviamente ha sido implicada por muchos otros. Sin embargo, debe notarse que, en la época de Freud y sus seguidores tempranos, los términos hétero y homosexualidad no estaban tan claramente definidos todavía como preferencias, y por lo tanto cualquier evaluación del balance hétero-homosexual del paciente presentaba dificultades todavía más grandes que en el presente.

Bieber et a1. 19 son los autores más frecuentemente citados por quienes creen en la posibilidad de lograr, por sicoterapia, un cambio real de homosexualidad a heterosexualidad. Sin embargo, la información en la que basan su apreciación favorable del resultado terapéutico es de hecho escueta y el diagnóstico original de los pacientes involucrados no es muy preciso. El experimento de terapia conductual de Feldman y MacCulloch 21 estaba incomparablemente mejor documentado, pero las historias de pacientes con notas de seguimiento contenidas en el libro de estos autores no parecen ser un fuerte apoyo de su optimismo terapéutico. Feldman y MacCulloch dependían básicamente de los informes de avance del propio paciente, y rara vez el seguimiento había continuado más de un año. Esperamos que estos autores continúen su seguimiento y encuentren medios que no sean las propias afirmaciones del paciente para evaluar los efectos terapéuticos. Hasta que se presente evidencia fuerte sobre la posibilidad de volver heterosexuales a varones homosexuales, es más seguro asumir que todo su ajuste heterosexual se debe a su capacidad básica de interactuar con el sexo no preferido. Hay que tomar en cuenta las limitaciones de esta actividad sustituta cuando surge la cuestión de la terapia.